NUEVAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS LLUVIAS
CATASTRÓFICAS EN PERÚ EN MARZO DE 2017
Por José Luis Pascual Blázquez
Tal
vez algunos de nuestros lectores se hallan visto sorprendidos por nuestra
anterior entrada del blog, al leer que hablamos del fenómeno de El Niño y de la
Oscilación Austral en relación con las lluvias catastróficas que han tenido
lugar en Perú en marzo de 2017. Quienes conocen en qué consiste el fenómeno y
cómo se cuantifica, cómo se estudia y cómo se modeliza mediante grandes
supercomputadores, pueden haber pensado que hablamos de oídas y en base a
consideraciones más periodísticas que científicas. Así que vamos a explicarnos
un poco más.
Ciertamente, los índices del ENSO
indican que el fenómeno está ahora en una etapa de indefinición, o, como
acostumbra a llamarse, más bien neutra. Sin embargo, las aguas del Pacífico
Oriental en la zona afectada por las lluvias torrenciales están unos 6º C por
encima de los promedios, aunque de una manera muy localizada, dando razón, al
menos en parte, de lo ocurrido.
Queremos subrayar el hecho de que el
ENSO es un fenómeno no aclarado del todo ni mucho menos; es un marcador
climático cuyo origen es más bien desconocido, y, más desconocido aún, por qué
se ha exacerbado desde finales de los 70 del siglo XX, dando lugar a una
frecuencia mucho mayor del fenómeno y, sobre todo, una intensificación de los
hechos asociados, tanto en el Pacífico, como en otras partes del mundo. Así, en
los últimos tiempos, hemos tenido “El Niño” extraordinarios en 1982-83, 1997-98
y 2015-16.
Ciertamente, la bibliografía nos habla
de eventos extraordinarios en el pasado, por ejemplo, entre 1789 y 1793. O en
1396, 1685-88, o 1877-79. A lo que podemos añadir alteraciones climáticas
globales de envergadura, como la hambruna irlandesa de 1845-49, que coincidió
con la extinción de las cataratas del Niágara en marzo de 1848. Por favor,
añada el lector por sí mismo hechos sociales relevantes acaecidos en esas
épocas, que disociar el clima del desarrollo de las culturas es un recuerdo del
reduccionismo científico, cada vez peor visto.
A los conocedores del sistema
astrológico les resultará muy fácil identificar los marcadores astronómicos de
esos años (estrés en el Sistema Solar) asociados al estrés climático en la
Tierra. Por nuestra parte ya hemos empezado a estudiar estas interesantes
correlaciones, que podrían resultar de gran utilidad si se emplearan por los gobiernos
respectivos en el futuro. Daremos cuenta de ello próximamente en Spica, la revista trimestral de la Sociedad
Española de Astrología.
Ahí les aportamos los cielos que podían
haber anunciado El Niño 2015-16, o los fenómenos extremos del invierno 2016-17
en diversos lugares del mundo. Vean lo que los astrólogos llaman "estructura en T-cuadrada", que intensifica notablemente lo que significan los aspectos astrológicos. Para entender influencialmente estos cielos, claro está, se necesitan los
rudimentos del sistema astrológico y, sobre todo, las aportaciones que nos legó
Demetrio Santos, sobre las cuales no nos cansaremos de insistir en que sean
divulgadas, conocidas y estudiadas.
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