lunes, 27 de marzo de 2017



NUEVAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS LLUVIAS CATASTRÓFICAS EN PERÚ EN MARZO DE 2017

                Por José Luis Pascual Blázquez

                Tal vez algunos de nuestros lectores se hallan visto sorprendidos por nuestra anterior entrada del blog, al leer que hablamos del fenómeno de El Niño y de la Oscilación Austral en relación con las lluvias catastróficas que han tenido lugar en Perú en marzo de 2017. Quienes conocen en qué consiste el fenómeno y cómo se cuantifica, cómo se estudia y cómo se modeliza mediante grandes supercomputadores, pueden haber pensado que hablamos de oídas y en base a consideraciones más periodísticas que científicas. Así que vamos a explicarnos un poco más.
         Ciertamente, los índices del ENSO indican que el fenómeno está ahora en una etapa de indefinición, o, como acostumbra a llamarse, más bien neutra. Sin embargo, las aguas del Pacífico Oriental en la zona afectada por las lluvias torrenciales están unos 6º C por encima de los promedios, aunque de una manera muy localizada, dando razón, al menos en parte, de lo ocurrido.
         Queremos subrayar el hecho de que el ENSO es un fenómeno no aclarado del todo ni mucho menos; es un marcador climático cuyo origen es más bien desconocido, y, más desconocido aún, por qué se ha exacerbado desde finales de los 70 del siglo XX, dando lugar a una frecuencia mucho mayor del fenómeno y, sobre todo, una intensificación de los hechos asociados, tanto en el Pacífico, como en otras partes del mundo. Así, en los últimos tiempos, hemos tenido “El Niño” extraordinarios en 1982-83, 1997-98 y 2015-16.
         Ciertamente, la bibliografía nos habla de eventos extraordinarios en el pasado, por ejemplo, entre 1789 y 1793. O en 1396, 1685-88, o 1877-79. A lo que podemos añadir alteraciones climáticas globales de envergadura, como la hambruna irlandesa de 1845-49, que coincidió con la extinción de las cataratas del Niágara en marzo de 1848. Por favor, añada el lector por sí mismo hechos sociales relevantes acaecidos en esas épocas, que disociar el clima del desarrollo de las culturas es un recuerdo del reduccionismo científico, cada vez peor visto.
         A los conocedores del sistema astrológico les resultará muy fácil identificar los marcadores astronómicos de esos años (estrés en el Sistema Solar) asociados al estrés climático en la Tierra. Por nuestra parte ya hemos empezado a estudiar estas interesantes correlaciones, que podrían resultar de gran utilidad si se emplearan por los gobiernos respectivos en el futuro. Daremos cuenta de ello próximamente en Spica, la revista trimestral de la Sociedad Española de Astrología.
         Ahí les aportamos los cielos que podían haber anunciado El Niño 2015-16, o los fenómenos extremos del invierno 2016-17 en diversos lugares del mundo. Vean lo que los astrólogos llaman "estructura en T-cuadrada", que intensifica notablemente lo que significan los aspectos astrológicos. Para entender influencialmente estos cielos, claro está, se necesitan los rudimentos del sistema astrológico y, sobre todo, las aportaciones que nos legó Demetrio Santos, sobre las cuales no nos cansaremos de insistir en que sean divulgadas, conocidas y estudiadas.


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